El rechazo y los inmunosupresores
El rechazo
El sistema inmunológico es el mecanismo del que dispone nuestro cuerpo para hacer frente a las infecciones y agentes extraños que entran en el organismo. Cuando se realizar un trasplante, el cuerpo considera al nuevo órgano como un elemento extraño y se quiere defender de él. Esta reacción se denomina rechazo.
Para evitar que el cuerpo rechace el nuevo riñón se utilizan unos fármacos conocidos como inmunosupresores que reducen la capacidad del sistema inmunológico y protegen el órgano transplantado.
Según cuando se produce el rechazo se pueden considerar varios tipos:
- Rechazo Hiperagudo: se da en las primeras horas del trasplante y supone la pérdida inmediata del órgano. La prueba cruzada o cross - match evita el rechazo hiperagudo al detectar la no compatibilidad con el órgano donado.
- Rechazo Agudo: suele darse entre la primera y la duodécima semana tras el trasplante, aunque se puede dar más tarde.
- Rechazo Crónico: se caracteriza por la pérdida progresiva y lenta de la función renal del riñón trasplantado. Este proceso puede durar meses o años y supone la pérdida del órgano. La pérdida de la función renal se puede mitigar mediante el control de la hipertensión, glucosa, colesterol, dieta baja en proteinas...
Los inmunosupresores
Para combatir el rechazo, se tiene que tomar una medicación que protege al órgano trasplantado, aunque reduce su capacidad de combatir las infecciones. Esta medicación, los inmunosupresores, se empieza a tomar desde el primer día del trasplante (habitualmente se hace una toma antes de la operación) y mientras el órgano está en funcionamiento.
Como ya se ha comentado, el uso de estos fármacos supone una reducción de la capacidad de defenderse de posibles infecciones, lo que puede favorecer la aparición de las denominadas infecciones oportunistas. Estas infecciones normalmente solo afectan a personas que tienen su sistema inmunológico debilitado.
Una de las infecciones más habituales es el CMV (Citomegalovirus), un virus que puede ser traspasado por el donante durante el trasplante o que se reactive dentro del cuerpo del receptor debido a la inmunosupresión. Si está bien tratado desde el comienzo no supone demasiadas complicaciones.
Durante las primeras semanas tras el trasplante es cuando se tienen las defensas más bajas. Después, se reduce la posibilidad estas infecciones, aunque es muy importante que, en caso de aparecer síntomas de alerta, se ponga en contacto con el nefrólogo, puesto que este tipo de infecciones pueden ser muy perjudiciales si no se tratan a tiempo.
Síntomas de alerta:
- Aumento de la temperatura corporal (a partir de 37,5 ºC)
- Hipertensión arterial (superior a 130 / 80 mm Hg)
- Alteraciones de frecuencia cardiaca o pulso.
- Disnea (dificultad respiratoria)
- Dolor de pecho, abdominal
- Dolor en la zona trasplantada
- Tos persistente, expectoración de sangre
- Inflamación de pies y piernas (edemas)
- Náuseas, vómitos y diarreas.
- Aparición de ictericia o color amarillento de la piel y ojos.